27 de abril de 2015

25 de abril de 2015

23 de abril de 2015

18 de abril de 2015

4º Escribiendo cuentos y poesías

 Selección de cuentos y lectura individual:


Escriben una emoción a partir del cuento leído:



Escriben un cuento o poesía usando todas las palabras, acompañados por música de relax para inspirar a los escritores:




17 de abril de 2015

16 de abril de 2015

LA FLORECILLA ESCARLATA

La Bella y La Bestia (Аленький цветочек)
Basada en el cuento de Serguei Aksakov, esta animación fue realizada por Soyuzmultfim y dirigida por Lev Atamanov en el año 1952. Su duración es de 42 minutos.


Título original
Alenkiy tsvetochek
Año
1952
Duración
45 min.
País
 Unión Soviética (URSS)
Director
Lev Atamanov
Guión
Georgiy Grebner (Historia: Sergei Aksakov)
Música
Nikolai Budashkin
Fotografía
Animation
Reparto
Animation
Productora
Soyuzmultfilm
Género
AnimaciónFantásticoRomanceInfantil | CuentosMediometraje
Sinopsis
Adaptación del cuento de Sergey Aksakov. Lev Atamanov narra en rotoscopio una historia de "La Bella y la Bestia":
 Stepan Emeljanych sale de viaje prometiendo a sus hijas maravillosos regalos, una corona llena de las más valiosas gemas para la mayor, un espejo que siempre refleje la juventud para la de en medio y una pequeña flor escarlata para la menor de sus hijas. En una lejana isla encuentra una hermosa flor escarlata, pero después de arrancarla deberá elegir entre su vida o entregar a una de sus hijas a la bestia a la que pertenecía la flor..
FUENTE: http://www.filmaffinity.com/es/film608137.html 

6 de abril de 2015

BIBLIOGRAFÍA DE LA REVISTA IMAGINARIA

LAS BRUJAS EN LOS LIBROS PARA NIÑOS Y JÓVENES

EL BRUJO POSTERGADO

El brujo postergado

(Versión de Jorge Luis Borges de “De lo que contesçió a un deán de Sanctiago con don Illán”, incluido en el Libro de Patronio, del infante don Juan Manuel).

En Santiago había un deán que tenía codicia de aprender el arte de la magia. Oyó decir que don Illán de Toledo la sabía más que ninguno, y fue a Toledo a buscarlo.

El día que llegó enderezó a la casa de don Illán y lo encontró leyendo en una habitación apartada. Éste lo recibió con bondad y le dijo que postergara el motivo de su visita hasta después de comer. Le señaló un alojamiento muy fresco y le dijo que lo alegraba mucho su venida. Después de comer, el deán le refirió la razón de aquella visita y le rogó que le enseñara la ciencia mágica. Don Illán le dijo que adivinaba que era deán, hombre de buena posición y buen porvenir, y que temía ser olvidado luego por él. El deán le prometió y aseguró que nunca olvidaría aquella merced, y que estaría siempre a sus órdenes. Ya arreglado el asunto, explicó don Illán que las artes mágicas no se podían aprender sino en sitio apartado, y tomándolo por la mano, lo llevó a una pieza contigua, en cuyo piso había una gran argolla de fierro. Antes le dijo a la sirvienta que tuviese perdices para la cena, pero que no las pusiera a asar hasta que la mandaran. Levantaron la argolla entre los dos y descendieron por una escalera de piedra bien labrada, hasta que al deán le pareció que habían bajado tanto que el lecho del Tajo estaba sobre ellos. Al pie de la escalera había una celda y luego una biblioteca y luego una especie de gabinete con instrumentos mágicos. Revisaron los libros y en eso estaban cuando entraron dos hombres con una carta para el deán, escrita por el obispo, su tío, en la que le hacía saber que estaba muy enfermo y que, si quería encontrarlo vivo, no demorase. Al deán lo contrariaron mucho estas nuevas, lo uno por la dolencia de su tío, lo otro por tener que interrumpir los estudios. Optó por escribir una disculpa y la mandó al obispo. A los tres días llegaron unos hombres de luto con otras cartas para el deán, en la que se leía que el obispo había fallecido, que estaban eligiendo sucesor, y que esperaban por la gracia de Dios que lo elegirían a él. Decían también que no se molestara en venir, puesto que parecía mucho mejor que lo eligieran en su ausencia.

A los diez días vinieron dos escuderos muy bien vestidos, que se arrojaron a sus pies y besaron sus manos, y lo saludaron obispo. Cuando don Illán vio estas cosas, se dirigió con mucha alegría al nuevo prelado y le dijo que agradecía al Señor que tan buenas nuevas llegaran a su casa. Luego le pidió el decanazgo vacante para uno de sus hijos. El obispo le hizo saber que había reservado el decanazgo para su propio hermano, pero había determinado favorecerlo y que partiesen juntos para Santiago.

Fueron para Santiago los tres, donde los recibieron con honores. A los seis meses recibió el obispo mandaderos del Papa que le ofrecía el arzobispado de Tolosa, dejando en sus manos el nombramiento de sucesor. Cuando don Illán supo esto, le recordó la antigua promesa y le pidió ese título para su hijo. El arzobispo le hizo saber que había reservado el obispado para su propio tío, hermano de su padre, pero que había determinado favorecerlo y que partiesen juntos para Tolosa. Don Illán no tuvo más remedio que asentir.

Fueron para Tolosa los tres, donde los recibieron con honores y misas. A los dos años, recibió el arzobispo mandaderos del Papa que le ofrecía el capelo de Cardenal, dejando en sus manos el nombramiento de sucesor. Cuando don Illán supo esto, le recordó la antigua promesa y le pidió ese título para su hijo. El Cardenal le hizo saber que había reservado el arzobispado para su propio tío, hermano de su madre, pero que había determinado favorecerlo y que partiesen juntos para Roma. Don Illán no tuvo más remedio que asentir. Fueron para Roma los tres, donde los recibieron con honores y misas y procesiones. A los cuatro años murió el Papa y nuestro Cardenal fue elegido para el papado por todos los demás. Cuando don Illán supo esto, besó los pies de Su Santidad, le recordó la antigua promesa y le pidió el cardenalato para su hijo. El Papa lo amenazó con la cárcel, diciéndole que bien sabía él que no era más que un brujo y que en Toledo había sido profesor de artes mágicas. El miserable don Illán dijo que iba a volver a España y le pidió algo para comer durante el camino. El Papa no accedió. Entonces don Illán (cuyo rostro se había remozado de un modo extraño), dijo con una voz sin temblor:

-Pues tendré que comerme las perdices que para esta noche encargué.

La sirvienta se presentó y don Illán le dijo que las asara. A estas palabras, el Papa se halló en la celda subterránea en Toledo, solamente deán de Santiago, y tan avergonzado de su ingratitud que no atinaba a disculparse. Don Illán dijo que bastaba con esa prueba, le negó su parte de las perdices y lo acompañó hasta la calle, donde le deseó feliz viaje y lo despidió con gran cortesía.





FUENTE: Sergio Spinelli  http://www.sergiospinelli.com


La brujita Tapita - Piojos y piojitos